Tiempo de Crisis, Cambios y Oportunidades

La crisis económica derivada de la pandemia, la situación de emergencia climática, la crisis energética global, de alimentos, de transporte, de refugiados, la guerra en Ucrania, suponen un reto para toda la Humanidad.

Son amenazas globales con impacto en todo el planeta. En unas regiones estas crisis están afectando de una manera y en otras tiene efectos diferentes. Sin embargo, la respuesta a todos esos retos debe ser global, nos involucra a todos de una u otra forma. Enfrentar estos retos es un deber, una obligación y una misión para todos. También es una oportunidad para corregir desequilibrios y mejorar las condiciones de vida de millones de personas.

Colombia se enfrenta a todos esos grandes retos y otros más. El primero contribuir a la paz en todos sus territorios ya que sin paz no hay progreso posible. El segundo, reducir la desigualdad que está íntimamente relacionado con el primero de los retos.

Se están dando pasos en la dirección correcta, pero hace falta más paz, más diálogo y más compromiso.

La pandemia ha demostrado que cuando todos trabajamos para conseguir un objetivo, éste se logra. Se detuvo el avance de la pandemia, se consiguieron vacunas, nuevos medicamentos, tratamientos que además están sirviendo para tratar otras enfermedades. Ese esfuerzo global ha dado resultados. Así debe ser con cada uno de los retos. La erradicación del hambre, la pobreza, la protección del medioambiente, la obtención de alimentos, la educación y el progreso. Todos estos objetivos son alcanzables si todos contribuimos para ello.

En Colombia faltan muchas cosas. Hay mucho por hacer y, por tanto, no faltan el trabajo y las oportunidades. Se están haciendo cosas, pero faltan muchas más. Se necesitan más y mejores infraestructuras, transicionar a un modelo energético e industrial más sostenible y respetuoso con el medio ambiente, reducir el uso de combustibles fósiles, cambiar el modelo de movilidad en las grandes ciudades con un mejor y más eficiente sistema de transporte público. Potenciar el comercio de proximidad, ayudar al campo y la producción y distribución local de alimentos. Mejorar las infraestructuras básicas de agua, electricidad y conectividad.

Colombia cuenta con recursos que debe aprovechar.

Durante la actual crisis energética, el carbón, el petróleo y sus derivados pueden servir para abastecer otros países con necesidades de energía primaria inmediata a la vez que beneficiarse de unos precios inusualmente altos precisamente para financiar las necesidades de inversión y transformación necesarias para llevar a cabo esa transición energética que no tiene reversa.

Por tanto, deben continuar y expandirse los proyectos de nuevos parques eólicos y fotovoltaicos a lo largo de todo el país. El desarrollo de las energías renovables es imparable y Colombia puede jugar un papel protagonista en la región. Los combustibles fósiles son el presente inmediato, pero no son el futuro. Los necesitamos para llevar a cabo esa transición. No podemos ni debemos prescindir de ellos, pero debemos invertir en el desarrollo de las energías limpias.

Nuestra ambición no debe ser solo la de importar aerogeneradores y placas fotovoltaicas, sino desarrollar toda una industria entorno a ellas para producirlas localmente. Igualmente debe aplicarse a cualquier sector como el del transporte, la automoción, empezando por la producción y transformación de materias primas, acero, aluminio y otros sectores primarios en los que se basa ese desarrollo industrial. Todo ello debe ir acompañado de la formación técnica de operarios, especialistas metalúrgicos, mecánicos, eléctricos, electrónicos, etc.

Otra de las lecciones de estas crisis es que los países deben procurarse el suministro de productos básicos para su desarrollo y así reducir su dependencia exterior a la vez que se desarrolla una industria propia, nacional, local, cuya actividad y sus beneficios, reviertan sobre la base social de su comunidad, mejorando sus condiciones de vida y favoreciendo su desarrollo.

Deberían darse las condiciones necesarias para que Colombia fuera receptor de nuevas inversiones para el establecimiento de todas estas nuevas actividades relacionadas con el cambio de modelo energético.

Un país en obra

En pleno proceso de cambio político en Colombia, parece que en lo que la mayoría está de acuerdo es en que hace falta también un cambio en la forma de hacer política, en acabar con la corrupción y en trabajar por el bien común. Cómo y con quién se haga, parece que es más difícil de consensuar. Pero como hemos visto en tiempos de la pandemia, la forma más eficaz de afrontar los retos es sumando, apoyando, dialogando y llegando a acuerdos sobre los aspectos más esenciales que beneficien a la mayoría. Si lo hemos hecho con el Covid, lo podemos hacer también con otras cosas.

Ahora bien, debemos tener presente que sin paz y seguridad no hay progreso, pero si no se combate la desigualdad y la injusticia tampoco habrá paz ni seguridad.